miércoles, 16 de mayo de 2012

Acuarelamiento del Nelson Pánico para la ¿Todo Piola? nº 14



El último Samurelvis



Corrían los años en que la Dinastía Shei Mei comenzaba a declinar y los Kotura se mostraban cada vez mejor parados como sus posibles sucesores. Los Mei estaban desesperanzados frente al gran poder del temible e invencible ejército de los Kotura, compuesto por los más sangunarios ninjas, mitad humanos, mitad lobos.  Estos monstruos habían logrado asesinar a la mayoría de los valientes samurais defensores del imperio en tan solo cuestión de horas. Y al resto los habían mutilado de las formas más crueles, para luego exhibir los miembros por todo el pueblo a modo de humillación.
El pequeño Koy-San, hijo de legendario Mitory Yastumi siempre se había rehusado a seguir los pasos de su padre, el samurai más heroico de la historia. Koy sólo se interesaba en una cosa: la música. Era el orgulloso autor de melodías consideradas espantosas en su época.Sin embargo, al ver a su padre rebajado de tal forma, Koy San se encerró en el cuarto de meditación durante veintitrés horas seguidas Pasado ese plazo, salió decidido a enfrentar él solo a todo el ejército de loboninjas. Así lo hizo y recibió las más hostigadoras burlas hasta que por fin se quitó el kimono, descubriendo su torso primero y su espalda después. En ese instante se hizo visible la metamorfosis por él lograda. Un medio Elvis salía por aquella parte de su cuerpo. El “rey” miró a los engendros, torció su boca, humedeció sus labios con la lengua, carraspeó, afinó su guitarra y ante la estupefacta mirada del ejército enemigo, entonó “Surrender”. Antes de finalizar la canción ya se encontraban todos hipnotizados, mirándolo arrodillados y con sus rostros de enamorados. Koy aprovechó la situación par decapitarlos uno por uno y vengar así el honor de su clan y de su pueblo. Se supo muchos siglos más tarde que inmerso en un estado de ira intensa, solo fue capaz de controlarla superando cualquier nivel de meditación conocido hasta el momento y, una vez alcanzado el mismo, fue impulsado por fuerzas místicas hacia un plano astral en el que conoció a Presley y con quien realizó un trato o intercambio: Koy le daría sus composiciones musicales y Elvis lo ayudaría en la batalla. Otras versiones aseguran que tanto Elvis como Koy-San eran en realidad demonios que viajaron en el tiempo para engañarse mutuamente y quedarse cada uno con el alma del otro, desconociendo sus verdaderas identidades (desalmadas) y quedándose por tanto ambos sin la compensación pretendida.