Color sobre historieta "Nelson Pánico" de Keko.
hace lo que amas y amá lo que hacés. No escuches a nadie que te diga lo contrario. Hace lo que quieras. Hacé lo que amás(...) La imaginación debería ser el centro de tu vida. (Bradbury)
miércoles, 25 de julio de 2012
Ilustración para ¿Todo Piola? 15. Nota de J. P. Hudson
Sexo en pocas palabras
Escribe: Juan Pablo Hudson.
Tengo un primo que se llama
Martín. Es alto, morocho, ojos bien claros. Martín se separó hace un año de su
novia. Solemos vernos seguido. Nos juntamos a comer o vamos a algún parque en
la costanera. Tenemos prácticamente la misma edad.
Desde que se separó,
Martín no hace otra cosa que hablarme de sus encuentros sexuales. Anoche mismo
estábamos cenando en su casa y me pidió que me fuera porque una tal Mariana
Constanzo (alias la Canallita del amor) le había propuesto a través
de un mensaje en el facebook encontrarse en su departamento. Me llamó la
atención porque ya eran las 2 de la mañana. Nada ni nadie parece calmar su deseo
de nuevas mujeres. Martín es infalible últimamente. Antes conquistaba en cualquier
parte: en el club, en un bar, en la fila del banco, en el parque, a la salida
de un recital, en una marcha; pero ahora, según me cuenta cada vez que nos
vemos, la situación cambió y las conquistas pasaron a armarse básicamente en su
habitación de 4x3, en cuyo centro se encuentra su principal arma: la
computadora. Si algo adora Martín es conocer mujeres con seudónimos: La Grossa de Ludueña, Gancia a Full, la Doguita Rosarina ,
Te Agarro y te Mato a Vos, RC Pasión,
Rosarina de Alma, La Leprosa
del Parque, La Lore Soy
Yo, Puto el Gato que mira mis Fotos, La
Peti del Centro, Viva Ñuls, Sin Piedad con los Hombres,
K-trina de Amor, La
Acadé Guerrera. Martín me habla de mails, de mensajitos de textos,
de pedidos de admisión al Facebook que llegan (y pide) a toda hora. Son cientos
de puertas que se le van abriendo e inaugurando galerías llenas de frases,
amigos, carteles, recomendaciones, publicidades, invitaciones, lamentos por
exámenes desaprobados, reproches contra los políticos, frases ingeniosas,
cadenas solidarias, denuncias contra empresas contaminantes, citas de
pensadores; mi primo pasa madrugadas enteras recorriendo esos pasillos en el
facebook, devolviendo mensajes, agradeciendo comentarios, poniendo me
gusta a todo lo que le gusta,
sumándose a clubes de fans; adora revisar los álbumes más bizarros, como ése
que me mostró en el que aparecía una abuela con anteojos negros luciendo un piercing en el párpado y otro en la
nariz, o esas treinta fotografías en las que se mostraba, desde múltiples
planos, una alfombra con botellas de cerveza, pedazos de pizza aceitosos sobre
una caja y unas cuantas adolescentes con los rostros pálidos y las cejas y las
pestañas pintadas de negro; Martín es capaz de acompañar con obsesión la
secuencia de intercambios entre amigas a raíz de la organización de un próximo
casamiento, o los comentarios que se multiplican cuando alguien sube nuevas
fotografías distorsionadas con el fotoshop y convertidas en pequeñas obras de
arte que integran ese archivo de imágenes de cientos de personas que, de alguna
manera, ya forman parte del frágil, disperso, aunque también cercano y concreto
círculo de su vida.
Ha sido tal la velocidad y el crecimiento de los
contactos en el Facebook que anoche me dijo que su objetivo de máxima (por el
que está dispuesto a trabajar noche y día) es ya no tener que salir nunca más
de su casa para conquistar una mujer; entrar en un bar o en un boliche le
parece inaceptable, un verdadero retroceso. Una vez le pregunté por qué
directamente no la llamaba a una flaca con la que se estaba mensajeando desde
hacía más de una hora. Martín fue contundente: “No entendés nada, vos”. Lo que no estaba entendiendo, desde su punto
de vista, es que tanto el contacto a través
de mensajitos por celular, como las conversaciones o mensajes en facebook, son
el modo contemporáneo más eficaz y directo para generar, con muy pocas palabras,
un encuentro en donde esté garantizado de antemano el sexo.
Según
sus estadísticas (porque así las llama), este mes llegó a coger con cinco
mujeres diferentes en una misma semana. Por ahora es su record, pero mi primo
va por más. Anoche mismo, antes de irme, le pregunté si siempre le escribían a
esa hora. Martín se rió y me dijo que sí, que estaba permitido aparecer sin
aviso y a cualquier hora en la vida del otro; finalmente los contactos del
facebook, aparentemente tan fugaces, tan insignificantes, nunca mueren, se
mantienen saludables, porque siempre está la posibilidad de reiniciar, cuando
alguno de los contactos así lo disponga, una conversación por Chat o a través
de mensajes. A él, por ejemplo, le entusiasman como pocas cosas dos preguntas
que suelen hacerse: ¿Te acordás de mí?
¿En qué andás? Aunque mucho más le gusta la ausencia de esas preguntas. Es
decir: que nadie exija al otro un mínimo recuerdo. El mismo entusiasmo le
provoca la inexistencia de reclamos de peso, tanto como de rencor o de actos de
venganza, más allá de esporádicas reacciones un tanto zarpadas, como aquella
vez que La Leprosa
del Sur, después de su negativa a acompañarla a la ginecóloga a la mañana
siguiente, meó en el piso del comedor y le escribió en una hoja que dejó arriba
de la mesa: “Acá te dejo la orina que
tenía que llevar al Hospital Italiano. Besitos, forro”.
A
Martín conquistar a una mujer en un lugar que no sea la computadora, le parece
tan viejo y pesado como mandar una carta a través del correo postal.
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